domingo, 23 de septiembre de 2012

"El Silmarillion", "El Hobbit" y "El Señor de los Anillos"

Estos tres primeros títulos con los que inicio el blog son tres obras del escritor inglés J.R.R. Tolkien. hablaré de ellas desde una perspectiva esotérica y religiosa, mística y mítica. Pues estas son unas obra que a ese respecto nos dan mucho juego.

Comenzaré desde el campo de la religión. Un campo hoy en día menospreciado, denostado y culpado de muchos de los males de nuestra sociedad de los que somos realmente nosotros mismos los culpables. Como Isildur tenemos la oportunidad de obrar bien y de destruir el mal pero preferimos guardar ese mal con nosotros pues sentimos que nos otorga cierto poder: el Poder del Miedo. Y, ¡si! Es cierto que muchas veces los propios religiosos de una u otra religión tanto en el pasado como en el presente o el futuro, usarán esa misma fuerza para hacer que creamos un una idea religiosa concreta. Es un error.

Cuando llegamos a obras como estas que Tolkien nos presenta descubrimos que la religión es algo inherente al espíritu de todo ser humano. Al leer las obras en el orden que su creador deseaba que fueran leídas comprendemos el porque. Como en la Biblia y otros textos religiosos de otras religiones existentes en el presente o que han existido en el pasado, Tolkien comienza con la Creación del Mundo, el lo que él llama la Ainilindalië, o La Música del os Ainur. Vemos que su orden nos recuerda mucho, por ejemplo, muchos textos griegos sobre la creación del mundo, pero sobre todo nos recuerda la Biblia. 

Podemos ver que comienza como en la Biblia u los textos judios y musulmanes hablando de un Dios Único, Eru o Iluvatar,  y este a su vez crea a los Ainur, Valar y Maiar. Los Valar se convertirán en el panteón de Dioses de la Tierra Media mientras que los Maiar se convierten en por así decirlo en sus acólitos, en sus siervos. Al menos en cierto sentido. También crea la Oscuridad del Mal, aquella oscuridad que todos llevamos en nuestro interior y con la que todos debemos luchar. Así Melkor se transformará en Morgoth, y este transformará a su vez a muchos Maiar que también anhelan el poder. Es el caso de Sauron y los Balrogs. Pero va haciendo cada vez ese mal más humano, lo acerca más a nosotros mismos, para ello hace nacer a los Orcos, los trastos, los Trolls, pero , sobre todo, aparecen los Nazgûl, los Espectros del Anillo, antiguos Reyes y Guerreros Humanos que han sucumbido a la Oscuridad y el Mal, y por último aquel al que llaman la Boca de Sauron. Un Mal que como veremos termina representado en algo tan sencillo y tan simple como un Anillo Mágico.

Aún así el Bien no nos abandona a nuestra suerte. Y el autor hace que otros Maiar, Maiar que debían ser buenos, como los ángeles, lleguen a esa tierra para ayudar a la gente, se convierten en Magos y en una suerte de Maestros Espírituales de los Pueblos que denominan Libres por no estar bajo el yugo de Sauron, tal y como se nos dirá mucho más adelante en "El Señor de los Anillos". En esa obra, la Victoria sobre el Balrog de Moria por parte de Gandalf representa la Victoria Final sobre Sauron, y aparentemente sobre todo lo oscuro y maligno.

Como en los textos religiosos parece que la final llega la paz y los héroes van partiendo hacia el Oeste, hacia una suerte de Valhalla, de Paraíso alejado más allá de los mares occidentales.

El problema en estas obras nace cuando tratamos de ver algo concreto en lo que es algo general. Eso pasa por ejemplo como cuando se trata de ver en Gandalf al Espíritu Santo, a Frodo como Jesucristo, y las lemas como el Cuerpo Consagrado, es una gran error de concepto.

El primero de esos errores es la comparación de las lemas. La razón es sencilla: existe el CRAM de los enanos que tiene los mismos efectos y su apariencia es distinta. Segundo, Gandalf en realidad es un Maiar y no es el Espíritu Santo, si quisiésemos buscar el Espíritu Santo en la obra de Tolkien sería en todo caso el Fuego Secreto que Eru envía al mundo para darle vida. Tercero, Frodo en el Monte del Destino no renuncia al Anillo Único, es preciso que Gollum le muerda para arrebatárselo cayendo al magma del monte muriendo él y destruyendo el Anillo.

Desde una perspectiva mística la obra de Tolkien representa el camino del espíritu humano en la busqueda de la verdad de su interior. En un comienzo en "El Silmarillion" podemos ver la lucha de nuestra parte luminosa representada por los elfos contra la parte oscura que también existe en nosotros. ¿De dónde nace esa parte oscura?, según Tolkien nace de nuestra propia parte luminosa cuando  está se deja llevar hacia la oscuridad transformándose en algo muy similar a los "Orcos" y "Trasgos". Estos eran un un comienzo elfos a los que Melkor y Sauron capturaron y mediante la corrupción transformaron en esas razas. Así el Mal puede trasformar nuestro espíritu el algo oscuro y terrible, en algo destructivo. Contra ello, los que perciben ese riesgo inician muchas veces un Camino para luchar contra ello, un Camino que Tolkien representa con los viajes de Bilbo y posteriormente de Frodo y del resto de la Comunidad del Anillo. es un viaje que no termina ni en Rivendel ni tampoco en La Comarca, es un viaje un Camino que termina en las Tierras Imperecederas, o sea, en el más allá, en esa suerte de lugar al que parten las almas nobles y heroicas. ¿De dónde sacó esa idea Tolkien?, esa idea nació de dos raíces distintas, por un lado los textos medievales como el Beowulf y otros en los que se hablaba de los Caminos de las Grandes Peregrinaciones de la Cristiandad, por ejemplo, los viajes a Jerusalén, a Roma o a Santiago de Compostela, pero también de otros como en Irlanda el Camino de San Patricio, y también la peregrinación de los musulmanes a la Meca, de los hindúes a Ganges y un largo etcétera. Se podría decir que "El Hobbit" y  el comienzo de "El Señor de los Anillos" representan la inciación del Camino, mientras que a partir de la mitad de "El Señor de los Anillo" descubrimos como se llega al final del Camino y a la ruta final, la ruta hacia lo eterno y hacia el conocimiento completo de las cosas, hacia la raíz de la realidad.

Pero claro, la obra de Tolkien está plagada de mitos, usa de ellos para mostrarnos una verdad, mitos sobre la Creación del Mundo, mitos sobre la Magia, Mitos sobre la destrucción de una tierra tal es el Caso de Númenor. Así vemos muchos paralelismos con mitos de diversas regiones de Europa. Aparecen los dragones, los elfos, los enanos, los trolls, los trasgos y orcos, propios de las mitologías nórdicas de las que Tolkien tenía un amplio conocimiento. Pero también mitos griegos como por ejemplo la Atlántida muy bien representada por Númenor, incluso mezcla leyendas o historias griegas e incluso medievales para contar la historia de una ciudad como Gondolin. Sin embargo, usa todo ello para mostrarnos lo peor que podemos hacer los seres humanos, algo que él ya ha visto en la Guerra.

A la vez es una lucha entre lo antiguo y lo moderno, el desarrollo de la tecnología y la industria, y el amor por la naturaleza y su cuidado.

Más también tiene muestras esotéricas como la idea de los anillos mágicos de poder, el Espejo de Galadriel, la idea de los demonios de fuego, las espadas y dagas mágicas o de héroes.

Tolkien nos muestra como todos podemos fallar, tropezar y caer en la oscuridad. Es el caso de Saruman. Pero también nos muestra que podemos ser perdonados, Gandalf perdona a Saruman. Lo hace para demostrar que ni los ángeles, o maestros espirituales que muchos dan en llamar en algunas culturas, están totalmente exentos de caer en la oscuridad. Y, como ellos también nosotros podemos fallar y caer.

La mayor parte de los lectores cuando leen estos libros sólo ven los libros de fantasía, pero mi recomendación es que vuelvan a leerlos y mirarlos con otros ojos, que estudien los detalles y aprenderán más de lo que creen. Tolkien era filólogo y como tal era muy directo en cuanto al significado de las palabras. Hoy en día hasta los propios sacerdotes, religiosos y puristas se equivocan, olvidan la verdadera raíz de algunos vocablos y tachan palabras con el mismo sonido como blasfemias cuando tienen significados distintos a nivel filológico. De ello también se queja Tolkien, por eso juega muchas veces con la lengua de los elfos y el significado que los hombres terminan dando a un determinado vocablo alejándose del significado original dado por los elfos. Ese cambio es también parte de lo que causa la caída de Númenor y su hundimiento bajo las aguas.

Está claro que sí leemos con detenimiento estas obras podremos comprenderlas más profundamente, y seguramente, podremos aprender cosas que mejoren nuestro mundo. Tolkien nos habla de unión para conseguir un objetivo, de búsqueda de la paz, de esperanza. Es algo que en nuestros días falta en nuestra sociedad, se busca la desunión a todos los niveles familiar, social, político; se busca la guerra y no la paz con todas las consecuencias negativas que ello conlleva; y, buscan que todos y cada uno de nosotros perdamos la esperanza, la esperanza de una vida mejor, de que el lugar donde vivimos mejore, de que la comunidad en la que residimos sea más unida, esté mas fortalecida y sea mejor valorada, y sobre todo, que perdamos la esperanza de que las naciones se unan bajo una misma bandera. Tolkien logra todo esto último a través de Aragorn, a quién llaman Estel, una pena que en España, y en Europa no haya un Estel que nos una a todos para bien general. Una pena que se trate de enseñar a perder la cultura de un país a favor de ideales oscuros procedentes de otros lugares.

En estas obras J.R.R. Tolkien nos muestra la guerra en la Tierra Media, pero claro los lectores estamos ciegos no vemos que esa guerra es también la guerra que hay hoy en día en nuestra sociedad. Hay elfos y orcas entre nosotros, muchos de nuestros gobernantes como Saruman o el Senescal de Gondor han sucumbido a ideales oscuros, ideales que llevan a la destrucción de la unión social. Nuestros gobernantes nos ven como hobbits, como medianos, e inclusive como esclavos. Como Frodo debemos demostrarles en cada rincón de España, de Europa y del mundo que podemos luchar contra ellos como Meriadoc (Merry), como Peregrin (Pippin), como Samsagaz (Sam) y como Frodo. Todos tenemos como Bilbo Bolsón más dentro de nosotros de lo que realmente conocemos u otros conocen. La cuestión es trabajar unidos. Y ante todo buscar como hace Boromir al darse cuenta de su caída nuestros errores y fallos.

Leamos otra vez estas obras y busquemos el análisis de ellas desde nuestra sociedad en todos sus aspectos: cultural, política, económica, moral y religiosa. Descubriremos los errores cometidos de una forma cruda que realmente no esperamos. A mí me ha pasado al volver al leerla después de casi 20 años sin tocar estos libros. Al leerlos una vez más he comprendido la razón por la que se han convertido en clásicos de la literatura de fantasía.


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